El amor y el bolsillo
En el Evangelio, que es muy espiritual, se habla mucho de dinero: Jesús predica sobre las limosnas, se mencionan las monedas de los impuestos, se venera la pobre ofrenda de la viuda, se refiere el Maestro a la mujer que había perdido una dracma, sabemos que el perfume de la Magdalena costaba trescientos denarios… Y, hoy, volvemos sobre la ayuda económica que prestaban a Jesús las santas mujeres, de quienes nos dice san Lucas que le ayudaban con sus bienes.
Y es que el dinero, en sí mismo, no es bueno ni malo. Puede ser causa de condenación para el egoísta, como lo fue para Epulón, o puede ser ofrenda de amor para el enamorado.
No seamos espiritualistas. El amor también se mide en euros. No porque sean muchos o pocos, sino porque, cuando uno se entrega al ser amado, se entrega con lo que tiene.
Os enfadáis cuando los sacerdotes os pedimos dinero desde el ambón. Y no deberíais. Recordad que no lo pedimos para nosotros; somos los mendigos del Señor, que piden para su casa.
Te sugiero que imites a las santas mujeres, y revises hoy tu colaboración económica con tu parroquia. Te hablo de amor, no desconfíes.
(TOI24V)