Duelo al sol

Ese cara a cara entre Cristo y Satanás en el desierto me parece fascinante. Es un «duelo al sol» digno de un western que nadie ha filmado todavía. No era un demonio cualquiera el que se enfrentó a Jesús. Como dijeron los defensores de El Álamo cuando apareció el general Santa Anna, era «el toro en persona», el mismísimo Lucifer. Si salió de su escondrijo y prescindió de sus ministros para entablar personalmente aquel combate, es que algo realmente amenazador había percibido en ese rabí que ayunaba en el desierto.

Con la mayor parte de los mortales, los demonios se sientan y aplauden. Bastan el mundo y la carne para hacerlos caer. Pero cuando un hombre se resuelve a ser santo, los espíritus malignos se alzan contra él. Hay más demonios en torno a un convento de clausura que en cien lupanares.

Abrázate a Cristo y vencerás. Di que estas piedras se conviertan en panes… ayuna con Jesús. Tírate abajo, «déjate caer; ¿para qué fatigarte, si Dios te protege?» Asciende con Jesús al Gólgota, y convierte allí tu vida en limosna. Todo esto te daré, si te postras y me adoras. Ora y adora al Señor. La batalla está vencida.

(TCA01)