Dos pinceladas para un cuadro maravilloso
El evangelio de hoy contiene sólo dos frases. ¡Pero qué dos frases! Bastan dos trazos de pincel para mostrar el cuadro de un Mesías completamente entregado en manos de los hombres.
Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.
Unos le «roban» el tiempo hasta dejarlo sin comer. Y otros quieren apartarlo de la circulación alegando que está loco. Es como si Cristo no fuese dueño de su vida, como si fuese una pelota por la que todos se pelean para ver quién se la lleva.
Pero, detrás de esas dos pinceladas maestras, como música de fondo, resuenan aquellas palabras del Señor: Nadie me quita la vida; yo la entrego libremente (Jn 10, 18). Lo grande de su entrega es que no se trata de un robo, sino de un regalo. Como cuando, en cada misa, se pone en manos del sacerdote y es entregado a los fieles para ser devorado.
Que ni la enfermedad ni los hombres te roben la vida. Entrégala tú libremente y prolonga en ella el regalo de Cristo.
(TOI02S)