Dios mío, Dios, mío, ¿Por qué me has abandonado?

viernes santo

«Aquí está reunido todo el sufrimiento de la Humanidad». Estas palabras las escuchó, en el mismo Monte Calvario, un peregrino que allí se encontraba en oración. El Hijo de Dios descendió, en este viernes, a las profundidades del dolor y de la muerte, para hacer suyas todas las soledades, todas las lágrimas de todos los hombres, consecuencia de nuestros pecados. Y, desde esa profundidad terrible, lanzó un grito estremecedor:

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27, 46).

Es el clamor de quienes se preguntan dónde está Dios desde los horrores de una guerra, de las madres que ven a sus hijos consumirse en el infierno de la droga, de la mujer joven que ha perdido a su bebé, de los miles de abortos tirados a la basura, de los ancianos que mueren de soledad…

Esa pregunta quedará abierta esta tarde. Sólo al tercer día, cuando la muerte se rompa definitivamente, recibiremos la respuesta: «Porque hay cielo. Y la Cruz es su puerta».

Por eso hoy, sobrecogidos, «mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo». Encuentra en ese árbol tus pecados, tus sufrimientos, tus soledades… y a tu Amor. Estás siendo redimido.

(VSTO)