Del polvo al polvo, pasando por el chat

¡Pobrecitas nubes! ¡Pobrecito, el poniente! ¿Quién los mira? ¿Quién levanta la vista?

Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: «Va a caer un aguacero», y así sucede. Cuando sopla el sur decís: «Va a hacer bochorno», y sucede.

Ahora la gente no mira al cielo. Mira hacia abajo, hacia su teléfono, y consulta la app del tiempo. «En dos horas va a caer un aguacero. Lo dice mi app». «Pues la mía dice que, más bien, nubes y claros hasta las nueve; después, lluvia». Todo eso se lo dicen sin mirarse, con la cabeza inclinada hacia abajo, hacia el teléfono.

El hombre, hoy día, es un animal cuyos pies emergen del polvo, y cuya cabeza se inclina de nuevo hacia el polvo pasando por el teléfono móvil. Así, en esa curva, describe el arco anunciado en la maldición fruto de pecado.

¡Yérguete! ¡Levanta la vista! ¡Mira al cielo, más allá de las nubes, de donde vendrá el Señor! Si te ven a ti mirando al cielo, quizá levanten ellos la cabeza para averiguar lo que estás viendo. El mundo, más que sabios o teólogos, necesita santos, personas que vivan erguidas con los ojos puestos en lo alto.

(TOP29V)

“Tú, pecador