De la Ley a la gracia

Sermón de la montañaQuiero imaginar el escándalo de los judíos que escuchaban a Jesús:

Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado… Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.

Pero también ellos, cuando tenían hijos pequeños, los instruían diciéndoles: «no hagas esto, no digas aquello». Sin embargo, cuando los hijos crecían, les pedían más, y deseaban que aceptaran en su corazón la Ley de Dios y la cumplieran sin necesidad de ser amonestados por los padres.

Primero Dios trató a Israel como a un niño, y lo instruyó con preceptos. Pero, llegada la plenitud, quiso que el corazón de los hombres se empapara en amor divino, y que no hiciera falta ley alguna. «Ama, y haz lo que quieras», dijo san Agustín. Y ese Amor nos lo ha entregado Cristo al darnos su Espíritu. Quien ama, no se conforma con no matar ni adulterar; desea entregarse por completo. El corazón fecundado por la gracia es el centro de la nueva ley.

(TOA06)