Cuando no es tiempo de higos

Los apóstoles debieron quedarse «a cuadros». Se acerca Jesús a una higuera en busca de higos cuando no era tiempo de higos. ¿Acaso no sabía que no era tiempo de higos? Entonces, ¿por qué los busca? Como era de esperar, no encontró más que hojas. Así que maldijo a la higuera, y la higuera quedó seca de raíz. Que nos lo expliquen.

Explicación: Jesús no maldijo a la higuera porque se hubiera enfadado con ella. Jesús la maldijo para decirnos algo a ti y a mí. Para el Señor, el que no sea tiempo de higos no es excusa; esa disculpa sirve para los hombres, no para Dios. Si es Dios quien pide, hay que responder siempre.

Tampoco sirve «no estoy de buen humor», «no es mi mejor día», «me duele la cabeza»… No podemos hacer depender la gloria de Dios, ni el bien del prójimo, de nuestros estados de ánimo. El santo sonríe siempre, se entrega siempre… Nadie se entera de sus estados de ánimo, salvo él y Dios. Por eso, sólo el santo sabe que, cuando Dios te pide higos sin ser tiempo de higos, basta que le digas «sí» para que tus ramas se llenen de frutos.

(TOI08V)