Cuando más cansado estás…

El Evangelio no te lo da todo hecho. Debes adentrarte en él y escrutar sus pliegues. Si no lo haces, muchos detalles humanos de Jesús se te pasarán por alto.

Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco. Tanto Jesús como los apóstoles se lo merecían. Tras días de predicación, en los que el Señor se había quedado solo mientras los Doce recorrían las aldeas, todos estaban agotados. ¿Qué podía haber de malo en una mañana de asueto, unas horas para reposar y contarse las novedades sin el apremio de las gentes? Suben a la barca, y ya sueñan con ese descanso a solas. Pero de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Y, al llegar la barca a la orilla, encuentran a miles de personas esperando.

Jesús vio una multitud y se compadeció de ella; y se puso a enseñarles muchas cosas. La traducción anterior decía que se puso a enseñarles «con calma». Me gustaba más. Porque Jesús podría haberlos despachado con cuatro frases, o haberles pedido que les dejaran descansar. Pero se olvidó de Sí, renunció a su descanso, y se entregó. Ya descansaría en el sepulcro.

(TOI04S)