Complejidades de la carrera fiscal
Desde joven me enseñaron que cualquier trabajo humano que no ofenda a Dios es santificable. Pero a mí, que en su día estudié Derecho, me hubiera costado hacerme fiscal. El trabajo de fiscal es el trabajo del Demonio, del «acusador de nuestros hermanos», el que le recuerda a Dios nuestras culpas para que nos castigue. No me entendáis mal, seguro que hay fiscales muy santos que se santifican haciendo su trabajo por amor a Dios. Necesitamos, además, fiscales santos con urgencia. A ver si así le quitan el puesto al Malo. No sigo.
¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido? Ahí los tenéis, haciendo de fiscales y acusando a los apóstoles por un «quítame allá esa espiga». Pero los apóstoles tuvieron el mejor abogado: El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. El propio Cristo se hizo cargo de la defensa, aportó los precedentes exculpatorios, y mostró a los fiscales el verdadero sentido de la ley. Si yo fuera fiscal y viera a Jesús como abogado del reo, me quitaría la toga y me arrodillaría.
¿En qué bando estás? ¿Acusas a tus hermanos o los excusas? Créeme: mejor abogado que fiscal.
(TOI02M)