Aunque nos cancelen
Le sucedió a Juan Bautista, y puede sucederte a ti. La fidelidad a la palabra de Dios puede salirte cara en este mundo. Al Bautista le costó la vida; a ti puede costarte el prestigio. Quizá no te maten, pero te cancelarán y te sacarán del terreno de juego para que nadie se fíe de ti.
Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.
Aquí tienes un ejemplo. Si el Hijo de Dios –quien no puede engañarse ni engañarnos– llama adulterio a la unión del divorciado con otra persona, entonces el nombre de esa unión es adulterio. El mundo lo llama «rehacer la vida»; Dios proclama que es perder el alma.
Con las palabras de Cristo no se puede jugar. Si Cristo dijo eso, y Cristo es Dios, adoptar el lenguaje del mundo supone negar al Señor. Y ser fiel a la palabra revelada nos llevará, con toda caridad, a decir a quienes viven en adulterio que deben renunciar a su pecado para intentar, al menos, vivir como hermanos si quieren salvarse. Aunque nos cancelen, aunque nos crucifiquen.
(TOI07V)