¡Atención!
Se va acercando la Navidad, y Dios se dispone a hablar. Abrirá, no los labios, sino los cielos, y nos enviará su Palabra, esa Palabra en la que está contenido todo lo que tiene que decirnos. Pero si, cuando hable, no estamos atentos, ¿qué nos aprovechará? En Navidad Dios no habla con voz de trueno, que revienta los tímpanos. Así será en la última venida del Señor. Pero en Navidad Dios habla en voz tan bajita como la respiración de un bebé que duerme. No podrás escuchar si no estás atento.
Si hubieras atendido a mis mandatos (Is 48, 18)… Se queja el profeta de que el pueblo no prestó atención a Yahweh. Y se queja Jesús de que los hombres no atienden a su melodía, están «a lo suyo». Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado.
Tú aún estás a tiempo. Dios te anuncia que va a hablarte, y te pide que prestes atención, porque su Palabra será vida eterna en ti. Ve acallando los ruidos en estos días, busca el silencio, habla menos, escucha más… Y medita la Escritura, como quien se asoma a la ventana esperando a la Palabra.
(TA02V)