Armatostes y gloria accidental
No todas las almas que están en el Cielo disfrutan por igual. Llamadlo, si queréis, las «muchas moradas», como lo llamaba el Señor, o «gloria accidental», como lo llaman los teólogos. Podría decirse, en lenguaje llano, que todos disfrutan «al máximo», pero ese «máximo» es diferente en unos y en otros. No es lo mismo llegar a la fuente con un vaso que con una jarra; ni con una jarra que con el Océano, como la Virgen. Por eso dice la Escritura: Correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón (Sal 119, 32).
De todas formas, por mucho que Dios nos ensanche el corazón, poco nos aprovechará si lo llenamos de armatostes (me encanta esa palabra). Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos. A Él le gusta invitar a su banquete a los pobres, porque tienen más hambre y disfrutan más. Mucha gente bosteza en misa porque ya venían saciados antes de entrar. En cuanto a ti, si renuncias a recibir paga en la tierra por tus buenas obras, harás más sitio para la paga del Cielo.
(TOP31L)