Antes de que la puerta se cierre

Cuando una puerta se cierra, algo queda atrás. Si ya la cruzaste, y estás dentro, sólo puedes mirar hacia delante. Y si quedaste fuera, tu camino acaba ahí.

Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta… Los de dentro no podrán salir, y los de fuera no podrán entrar.

Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Mira al Crucifijo… ¿no percibes la luz detrás? Es Cruz gloriosa, puerta del Cielo, y el resplandor que refulge tras ella es claridad eterna, el gozo de los santos. Pero debes cruzarla ahora, mientras está abierta, porque un día se cerrará, y de nada servirá golpearla.

¿Cómo cruzarla? En primer lugar, con oración y recogimiento interior, porque la puerta se encuentra en lo profundo del alma, y es preciso recogerse allí para encontrarla. En la oración, y en la Eucaristía, pregustamos el Cielo.

Pero de nada sirve que el espíritu cruce, si la vida se queda fuera. Pobre oración, la que no mueve al hombre. Además de rezar, es preciso esforzarse y obedecer. La puerta es estrecha, y no la cruzarás si no renuncias cada día a tu propia voluntad para hacer, siempre y en todo, lo que Dios quiere.

(TOP30X)

“Tú, pecador