«Pleitos tengas, y los ganes», dice en España la sabiduría popular. Porque bastante castigo es el propio pleito. Mejor no tenerlo con nadie, y que nadie lo tenga contigo. Pero…
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel.
¿Quién te pone pleito a ti? ¿Te lo digo yo? Mira al Crucifijo. Cristo crucificado, clavado en el Madero por tus culpas, es quien te pone pleito. Él es la Víctima, Él ha sido herido por tus pecados, Él ha cargado con tus crímenes.
Una buena noticia: Aún vais de camino, aún hay tiempo. Reconcíliate con Él mientras sus brazos están abiertos para ti en esa Cruz. No esperes a que venga como juez.
Reconciliarte con Jesús crucificado es reconciliarte con tu cruz. O, mejor aún, cambiar de cruz. Porque estás en la cruz del mal ladrón: te quejas, te rebelas, le exiges al Señor que baje y te baje de la cruz. Cambia de cruz. Ve a la cruz del buen ladrón. Éste es el bueno, el malo soy yo. Jesús, acuérdate de mí… Ahora vas bien.
(TC01V)