Evangelio 2025

4 enero, 2025 – Espiritualidad digital

Todo un Dios al alcance de un beso

Acerca de la resurrección de Cristo, san Pablo escribe una de sus sentencias más sobrecogedoras: Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana es también nuestra fe; somos los más desgraciados de toda la humanidad (1Co 15, 14. 19).

Volvamos ahora a san Juan: El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros. Lo mismo que dice san Pablo sobre la resurrección podríamos decir sobre la encarnación: Si el Hijo de Dios no se ha encarnado, nuestra vida es un fracaso; no podemos amar a Dios. ¿Cómo amar a un Dios a quien no vemos ni veremos jamás? Para nosotros, hombres, un Dios sin carne es un Dios imposible de amar. Porque el afecto de nuestro corazón, para expresarse, pasa siempre por la carne: miramos, sonreímos, abrazamos, besamos… ¿Cómo podríamos amar a un espíritu puro?

Pero el Verbo se ha hecho carne. ¡Como yo! La Virgen lo abraza, Juan se recuesta en su costado y María Magdalena lo unge con perfume.

Y yo. Y tú. Besamos la imagen del Niño Dios, nos arrodillamos ante su cuerpo encerrado en el sagrario, nos vestimos cada domingo para la Misa.

¡Qué fácil es amar a un Dios que tiene carne!

(TNC02)

“Evangelio 2025

Y a Mí buscarme has en ti

Nueve días hace ya que amaneció la Navidad. Y, en este tiempo, hemos mirado, hemos conocido, hemos amado y hemos caído rendidos ante el Dios que, revestido de nuestra carne, se ha postrado ante nosotros. Brota de nuestros labios, como un aliento que se escapa, la pregunta de Juan:

Rabí, ¿dónde vives?

Venid y veréis. Juan y Andrés siguieron los pasos de Jesús. Nosotros, ¿a dónde iremos para ver? La respuesta se la reveló el mismo Jesús a santa Teresa: «Alma, buscarte has en Mí, y a Mí buscarme has en ti».

Cristo es hogar donde vivir. Lo tienes cerca, muy dentro, en tu alma en gracia. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él (Jn 6, 56).

Juan y Andrés se quedaron con él aquel día. Y llamaron a Simón, quien pasó a ser Pedro. Y, seguramente, también a Santiago, quien pasó a ser hijo del trueno, porque en ese hogar el Señor te llama con un nombre nuevo.

Yo también. Entraré en mi alma, donde Él habita. Habitaré en Él. Y, si me preguntan dónde vivo, responderé: «Vivo en Cristo». No quiero separarme de Él, no quiero salir de casa.

(0401)

“Evangelio 2025

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad