Habían creído el anuncio de Juan, y por eso sabían que el Mesías estaba cerca. Pero se encontraban desconcertados. ¿Cómo hacer para recibirlo?
La gente, los publicanos, los soldados… todos preguntaban lo mismo: ¿Qué debemos hacer? También Saulo, al encontrarse con Jesús, preguntó: ¿Qué debo hacer, Señor? (Hch 22,10).
Quizá te lo has preguntado muchas veces: ¿Qué debo hacer? ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Qué camino debo tomar?
No puedo evitar acordarme (qué risa) de cuando, siendo seminarista, tuve una «revelación particular». Era el año 1989, acababa de caer el Muro de Berlín y yo estaba entusiasmado con aquello. Lo veía clarísimo. Pero, como no tenía al Bautista al lado, para estar seguro de que no me equivocaba consulté a don Enrique, mi director espiritual: «Don Enrique, veo clarísimo que el Señor quiere que sea sacerdote en Checoslovaquia». Las carcajadas de don Enrique se oyeron en la luna. Después me dijo: «Anda, aprueba la Teología Fundamental y déjate de checoslovaquias». Menos mal. De haber seguido aquella iluminación, no sé dónde andaría ahora, si en Chequia o en Eslovaquia. Ay de mí.
No, no tenemos al Bautista. Pero tenemos, debemos tener, un director espiritual a quien preguntar «¿qué debo hacer?». Aprovéchalo.
(TAC03)