Evangelio 2025

7 diciembre, 2024 – Espiritualidad digital

Guapa

guapísimaMe gusta el latín. ¿Sabes cómo se llama en latín a la Inmaculada? La «Tota Pulchra». Se traduce la Limpísima, la Purísima y la Guapísima; las tres traducciones sirven. A mí me fascina la última. Hay un canto litúrgico en España: «Tú eres toda hermosa, oh madre del Señor». Es un canto a la Inmaculada. Me encanta.

María es la Limpísima, porque su alma, liberada de la mancha original desde la concepción, jamás se contaminó con el pecado. Por eso es también la Purísima. Esa limpieza del alma se trasluce en la pureza de su corazón y de sus ojos. A quienes se encuentran ahogados en el cenagal de la lujuria les digo: «Si quieres dinero, buscas a un millonario. Si quieres pureza, busca a la Purísima; reza el rosario, acude a ella en los momentos de tentación, pídele la castidad como pide un enfermo la salud. No te la negará, pues ella tiene pureza a raudales».

Es muy especialmente su pureza la que la hace hermosa, la más hermosa de las mujeres. Porque su mirada es amorosa y cristalina, sus ojos son manantiales de agua limpia. Te quedas mirando esos ojos, y ves el cielo perfumado de mujer.

¡Guapa!

(0812)

“Misterios de Navidad

Mejor la compasión que la ira

Es verdad. Esa persona te hizo daño. Te trató mal, fue injusta contigo. Pero lo que te cuesta entender es que es mucho mayor el daño que te estás haciendo a ti mismo con ese rencor. La mirada de ira, casi de furia, que diriges a esa persona te está matando por dentro.

Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». Aprende del Señor. Siempre es mejor una mirada de lástima que una de condena. Así nos mira Cristo desde la Cruz, con lástima. Y no nos condena, sino que se ofrece por nosotros y nos salva.

Mientras no veamos claramente la maldad –y casi nunca la vemos–, mejor digamos: «¡Pobrecillos!». Los hombres no ven a Dios, andan como ovejas sin pastor, extenuados y abandonados. Intentan redimirse a sí mismos y acaban heridos e insatisfechos. La verdad es que damos mucha pena.

A Dios se la damos. Yo no digo que Dios no se enfade; digo que nunca lo he visto enfadado, sino apenado. Por eso viene a mostrarnos el Camino: Cristo. También a ti, que estás tan herido. Serás sanado y llevado a casa. Anda, apacíguate.

(TA01S)

“Misterios de Navidad

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