La Resurrección del Señor

30 noviembre, 2024 – Espiritualidad digital

Lo que se espera de quien espera

Un año más, la Iglesia despierta a sus hijos con este anuncio: «¡Viene el Señor!».

He escrito mal. «Un año más» es una expresión estúpida. Otro año, otro Adviento, más de lo mismo… ¡No! El anuncio debe escucharse con oídos vírgenes, como si fuera el primer grito, porque lo es. Es un único grito, lanzado el día de la Ascensión, y que el viento del Espíritu trae hoy a nuestros oídos: «¡Viene el Señor!». Despierta.

¿Qué se espera de quien espera? Que esté vestido, preparado. Que mire por la ventana para ver llegar a Aquél que viene. Que baje el sonido del televisor para escuchar sus pasos sobre la nieve.

¿Estás vestido? Revestíos del Señor Jesucristo (Rom 13, 14). Confiésate en estos primeros días, reviste de gracia tu alma, que no te encuentre el Señor «con esos pelos».

Asómate a la ventana para verlo llegar. Dedica cada día un tiempo generoso a la oración y la escucha de su palabra. Y cada mañana lo verás más cerca.

Baja el ruido, que el Verbo debe ser recibido en silencio. Vive con sobriedad estos días. Menos tele, menos alboroto, y cuidadito con esas comidas «navideñas» de trabajo, que aún no ha llegado.

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El adverbio de los enamorados

Las decisiones importantes en la vida no deben tomarse apresuradamente. Hasta para cambiar el automóvil conviene mirar ofertas, comparar prestaciones, sopesar precios… Cuanto más si, en lugar de cambiar de automóvil, se trata de elegir carrera, cambiar de trabajo o unirte a esa persona con quien compartirás tu vida. Una decisión atolondrada puede dar lugar a muchos lamentos en el futuro.

Pero si es Dios quien llama…

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron… Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

«Inmediatamente» es el adverbio de los enamorados de Cristo. Cuando el Señor llama, la prudencia humana supone darle tiempo al Enemigo. Sé que muchos padres «sensatos» y muchos hijos «juiciosos» prefieren pensárselo: «Termina primero tus estudios y después te comprometes. Así, si fracasas, tendrás una salida». «Espera unos años, a ver si sigues sintiendo esa llamada, y después respondes». Todo ese argumentario está bien cuando tienes que tomar una decisión importante. Pero si es Cristo quien ha tomado la decisión y te ha elegido, si es su voz la que te ha removido el corazón y ha abierto un horizonte inesperado ante tus ojos… No le hagas esperar. Lánzate sin miedo a esa aventura divina.

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