La Resurrección del Señor

23 noviembre, 2024 – Espiritualidad digital

Desde la entraña misma de la Humanidad

El 11 de diciembre de 1925, Pío XI publicó la encíclica «Quas Primas», en la que instauraba la solemnidad de Jesucristo, rey del Universo. Nazismo y comunismo arraigaban con cada vez más vigor en la Europa secularizada de entreguerras. Fue entonces cuando el Papa alzó su voz: Queremos que Cristo reine.

Mi reino no es de este mundo. La ambición de la Iglesia es más poderosa que cualquier ideología:

Queremos introducir a Cristo en la entraña de la Humanidad, en los corazones mismos de los hombres. No queremos incrementar las páginas de religión en los periódicos; queremos periodistas cristianos en todos los medios. No queremos formar partidos políticos católicos; queremos católicos en los partidos políticos. No queremos retirarnos a vivir a colonias cristianas; queremos cristianos en todas las comunidades de vecinos. No queremos más blogs de religión; queremos cristianos haciendo blogs de política, cocina, moda, deporte… No queremos más empresas de artículos religiosos; queremos empresarios católicos en todos los sectores del mercado.

Ésa es la ambición de la Iglesia. Ésa debe ser la ambición del cristiano. La de la levadura en la masa. Queremos que ese reino que no es de este mundo transforme este mundo desde su misma entraña.

(XTOREYB)

Mi pueblo huele a pan por la mañana

Es sábado. Estamos, con María, junto al sepulcro del Salvador. Mañana estallará la solemnidad de Cristo Rey. Por eso hoy, frente al cuerpo sin vida de Jesús, meditamos sobre la resurrección. La hora más oscura de la noche es la que precede al alba. Esperanza.

Mi pueblo huele a pan por la mañana. Cuando salgo de casa para orar aún es de noche. Pero la Tahona ya ha abierto. Y, más arriba, la panadería de Vicente. El olor a pan lo empapa todo. Por eso sabes que amanecerá, porque están preparando el desayuno. Despierta el hambre, pero mejor rezar primero. Con la tranquilidad que da el saber que las sombras serán vencidas y el pan llegará a la mesa.

No. Las tinieblas no tienen la última palabra. Entro en la iglesia, y sigue oliendo a Pan. Este olor lo capta el alma, es olor de Pan de vida que brota del horno del sagrario. ¡Qué bien se está aquí! Lo miro, lo huelo, me enamoro. Y sé que, dentro de poco, lo devoraré. Y la luz lo llenará todo.

No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos. Por eso lo llamaste «Pan de vida».

(TOP33S)

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad