Cristo en su Pasión

31 octubre, 2024 – Espiritualidad digital

¡Que no, que no está lejos el cielo!

Son muchos quienes hoy amanecen melancólicos con el recuerdo de sus difuntos. Si a esto le sumamos el añadido tenebroso y farsante del halloween, la batalla parece perdida. Pero repitamos que el día de difuntos es mañana. Hoy es día de luz, no de tinieblas. Hoy celebramos a todos los santos, nos alegramos con aquellos hermanos que han llegado a su destino. Felicitad a vuestros santos de cabecera (¿no los tenéis? Yo tengo unos veinte).

Si el cielo fuera un lugar que se encuentra al final de la vida, el camino sería agotador. Y muchos podrían pensar: «Si basta con confesar, como el buen ladrón, a dos metros de la meta, ya me confesaré cuando vaya a morir». Pero no es así. El cielo está muy cerca, podemos tocarlo y gozarlo en cada momento de oración, en cada misa. Despertamos cada mañana y saludamos a los santos, nos encomendamos a ellos antes de dormir, ellos velan nuestro sueño y nos protegen cada día.

Gozad del cielo aquí, en medio de las contrariedades, y un día lo disfrutaremos plenamente, cuando, tras morir del todo, hayamos sido transformados y llevados a ese banquete eterno con quienes más amamos y más nos aman.

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Está consumado

Jesús llamó Satanás a Pedro cuando Simón quiso apartarlo del camino de la Cruz. Hoy volverá a escuchar la misma tentación, esta vez en boca de unos fariseos:

Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.

Le piden a Jesús que huya de la muerte (como ellos), pero Jesús no es así. Él encara la muerte y se dirige a ella, como valiente soldado: Mira, yo arrojo demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día mi obra quedará consumada. Pero es necesario que camine hoy y mañana y pasado, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.

Se da a Sí mismo tres días hasta que, sobre el Madero, diga: Está consumado (Jn 19,30). El primer día es en el que está hablando. El segundo lo marcará su entrada en Jerusalén: No me veréis hasta el día en que digáis: «¡Bendito el que viene en nombre del Señor!». El tercero es el Viernes.

No tiene sentido arriesgar la vida temerariamente, pero tampoco pasarla huyendo de la muerte hasta que ella nos alcance. La vida se nos ha dado para entregarla. No tengáis miedo a que os la quiten, entregadla generosamente hasta que podáis decir: «Está consumado».

(TOP30J)

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