La Resurrección del Señor

5 octubre, 2024 – Espiritualidad digital

Enamorarse y quererse

En ocasiones, cuando tengo delante a dos pipiolos vestidos de novios que están a punto de pronunciar sus votos matrimoniales, comienzo la homilía diciéndoles: «Estáis aquí, delante de Dios, porque estáis enamorados», y se miran con una carita que parece que me van a pringar de miel los bancos. Termino la frase: «pero no os queréis». Entonces me miran a mí, y me troncho de risa por dentro.

La homilía consiste en explicárselo. Estar enamorados es precioso, todo el mundo debería enamorarse. Pero, al fin y al cabo, es algo que no eliges, como una enfermedad buena que te embriaga el corazón. Cuando estás enamorado, te entregas sin querer, casi te están robando dulcemente la vida.

Pero amarse es querer darse. Esos pipiolos que tengo delante aún no se han entregado la vida, esa tarea está por hacer. Sus «te quiero» pesan poco. Tienen que pasar años, venir los hijos, y las enfermedades, y la vejez. Un solo «te quiero» de un matrimonio anciano pesa como mil «te quiero» de los jóvenes.

Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Eso es el matrimonio: ir haciendo verdad el «te quiero» hasta el sello del último suspiro.

(TOB27)

¿Y qué le pido?

pedid y recibiréisSi te dijera Dios: «Te daré lo que me pidas», ¿qué pedirías? Yo tendría cuidado de no equivocarme. Porque si le pido algo que deseo, pero que no es bueno para mí, al final podría arrepentirme de haber formulado esa petición.

Lo más sensato sería buscar el consejo de una persona sabia. Me ha tocado un millón de euros en la bonoloto, ¿en qué los gasto?

Me he acordado de Salomé. Herodes prometió darle lo que pidiese, y ella tuvo el juicio necesario para pedir consejo. Lo malo es que se lo pidió a la pérfida Herodías, y por culpa del consejo fue decapitado Juan. No creo que Salomé viviese tranquila en adelante.

Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.

Busquemos el consejo de la Virgen, que es trono de Sabiduría. Jesús nos ha prometido que nos dará cuanto le pidamos, que hallaremos lo que busquemos, y que nos abrirá donde llamemos. ¿Qué le pedimos?

Y la Virgen nos responde: «Pedid Cristo, buscad a Cristo, llamad a las puertas del corazón de Cristo. No os conforméis con menos».

(0510)

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