La Resurrección del Señor

7 septiembre, 2024 – Espiritualidad digital

Un milagro que me sale fatal

Seguramente está inspirado en esta escena evangélica el rito por el que, en el Bautismo, el sacerdote toca con el dedo pulgar los oídos y la boca del niño mientras dice: «Effetá».

Le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá» (esto es, «ábrete»).

Con ese rito, pedimos a Dios que se abran los oídos y los labios del niño, para que escuche la palabra del Señor y la proclame. Pero os debo confesar que es un milagro que me sale fatal. A los siete años, me vuelven a traer al niño para recibir la catequesis de comunión, y descubro que el chavalín no ha escuchado hablar de Dios en su vida, y no sabe ni recitar el Padrenuestro. Claro que la culpa no es del todo mía. ¿Cómo escuchará la palabra si sus padres no se la anuncian? ¿Cómo rezará el Padrenuestro si sus padres no se lo enseñan?

¿Cómo andas tú de oído? ¿Escuchas a Dios? ¿Qué te ha dicho hoy?

¿Cómo andas de facilidad de palabra? ¿Hablas con Dios? ¿Hablas de Cristo a quien no lo conoce?

«¡Effetá!» (a ver si ahora…)

(TOB23)

Lo que el ojo no ve

Es curioso: si le quitas el sonido a la escena, y la conviertes en una película muda en blanco y negro, Jesús y los suyos parecen una panda de desarrapados, comiendo lo que encuentran en el campo. Sudorosos, sucios los mantos por el polvo del camino y desgranando cada espiga a base de frotarlas con las manos. Para colmo, son pillados «in fraganti» por la policía moral de la época, los fariseos, que les asestan una buena reprimenda.

Ahora activa el sonido, escucha, y verás cómo todo cambia. ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él… El Hijo del hombre es señor del sábado.

Es majestuoso, impresionante. Hay tal señorío en la forma de hablar de Jesús, tanta sabiduría en esas palabras con que tapa la boca de los fariseos, que nadie dudaría de que es un rey quien habla.

Pero, con Jesús, las apariencias siempre engañan. Lo importante es lo que el ojo no ve. Mira a la Cruz y lo entenderás.

(TOP22S)

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad