La Resurrección del Señor

septiembre 2024 – Espiritualidad digital

Es importante ser importante

Todos queremos ser importantes. Hay quien quiere ser importante para todo el mundo, pero yo creo que eso es incomodísimo. La gente te va parando por la calle, como a los futbolistas o a los actores, no te dejan vivir tranquilo.

Sin embargo, todos necesitamos ser importantes para alguien, queremos que alguien nos diga: «Tú me importas, me alegro de que existas». Es un deseo natural y bueno, no hay que avergonzarse de ello.

Pero debemos elegir. Si quieres ser importante para todo el mundo –tú sabrás en el lío en que te metes– haz lo posible por asomar la cabeza y llamar la atención, trata de sobresalir en lo que puedas, y que tengas suerte, aunque lo siento por ti.

Si quieres ser importante para alguna persona, elígela bien y quiérela mucho. Procura, ante todo, que esa persona sienta que es importante para ti, y crea lazos de amor limpio y sincero. Procura ser de fiar, que la gente se decepciona fácilmente cuando les fallamos.

Pero si quieres ser importante para Dios… El más pequeño de vosotros es el más importante. Hazte el último de todos, el servidor de todos, sé pequeño, y no quieras lucirte, sino ser luz.

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Deja que se te vaya de las manos

Me parto de risa con san Juan. Empezó de maravilla, con ese primer encuentro con Jesús a orillas del Jordán en el que le preguntó dónde vivía. Y, tras acompañar a Jesús en la Cruz y contemplar la sangre y el agua, fue un místico. Pero, entre medias, era un bicho, un jovencito impetuoso que mereció ser llamado «hijo del trueno» junto a su hermano (quien también se las traería). Encuentra a un pobre hombre que expulsa demonios en nombre de Jesús y monta un escándalo:

Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros. «Es que, Maestro, esto no puede ser, se nos va de las manos. Si cualquiera va por ahí invocando tu nombre y los demonios le obedecen, esto se nos desmanda. ¡Pon orden, Maestro! Que al menos pasen primero por ventanilla»

Jajaja. Jesús se reiría también: No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. «Abre las manos, Juan, que no puedes retener el agua del Espíritu. Deja que se te vaya de las manos, Dios la encauzará. Anda, descansa un poco, chiquitín».

(TOB26)

Indefenso en nuestras manos

décima estación del via crucisAyer anunciaba Jesús su Pasión, y hoy renueva el anuncio. De nuevo, hay palabras muy perturbadoras en esa profecía:

El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.

He recordado el modo en que san Lucas da noticia de la condena de Cristo: Soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad (Lc 23, 25).

Pensad en la flagelación, en la coronación de espinas, en la crucifixión… El cuerpo de Cristo fue desnudado cuatro veces: en casa de Herodes, en la flagelación, al comienzo del Vía Crucis y en la propia crucifixión. Realmente fue entregado en manos de los hombres, como un juguete con el que los hijos de Adán, movidos por Satanás, llevaron a cabo sus juegos macabros.

Pero nos queda un consuelo. Pensad que igual de entregado se encuentra en la Eucaristía. Dios pone el cuerpo de su Hijo en manos del sacerdote, y el sacerdote lo pone en nuestras manos. Podemos profanarlo, o llenarlo de cariño. Procuremos que nuestras comuniones y nuestras visitas al sagrario sean desagravio por tantas injurias. Si le hemos ofendido, también podemos consolarlo.

(TOP25S)

Dos palabras perturbadoras

En los anuncios que Jesús hace de su Pasión hay algo que provoca la rebeldía de los apóstoles; también la nuestra. Se trata de ese «tiene que», esa consciencia de que la humillación y muerte del Mesías no son sólo una desgracia futura, sino un padecimiento necesario.

El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.

¿Por qué «tiene que»? ¿Acaso no podía hacerse de otro modo? ¿No podía el Hijo de Dios redimir al hombre sin pasar por el oprobio y la muerte? ¿No podríamos nosotros seguirlo por otro camino?

No. No podía hacerse de otro modo. Porque se trataba de derrotar a la muerte, y a la muerte no se la derrota huyendo de ella. Había que encararla, sufrirla, abrazarla y vencerla para abrir en ella esa puerta santa de la Cruz.

En cuanto a nosotros, no nos quejemos. La peor parte se la ha llevado el Señor. Porque Él se sumergió en un mar de tinieblas habitado por Satanás, mientras que nosotros nos abrazamos al Crucifijo, en el que Cristo ha tomado posesión de la muerte y la ha convertido en Amor.

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Mi extraño viaje a la URSS

Estaba haciendo cola para entrar en la farmacia (como en la URSS). Y se puso detrás de mí un hombre mayor. En cuanto vio mi alzacuellos, aprovechó el tiempo de espera para decirme, sin alzar la voz, lo dañina, terrible y malvada que es la Iglesia (como en la URSS, no sé si de repente había yo cambiado de época y de lugar). Una vez que el último de los sapos y culebras disponibles hubo salido de su boca, terminó su filípica con esta frase: «Pero, eso sí, con la Iglesia no ha podido ni podrá acabar jamás nadie». Yo le sonreí, le estreché la mano y, gracias a Dios, llegó mi turno de entrar en la farmacia (como en la URSS).

Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?». Tras el desconcierto de Herodes está Satanás; y su extrañeza por no haber podido vencer. Ha matado a Juan, y ahora surge alguien más fuerte que Juan, aquél a quien Juan anunciaba. Lo matará también, y resucitará convertido en Rey y Señor. Matará a los cristianos, y su número se multiplicará. Así lleva veinte siglos, y aquí estamos.

La URSS cayó.

(TOP25J)

«Te he sentado en mi trono»

Le comentó un sacerdote a otro: «Esta mañana, mientras rezaba, me veía yo como el más pecador e inútil de los hombres. Y, entonces, me pareció escuchar la voz del Señor en mi corazón: “Te he sentado en mi trono”. Me he sentido, a la vez, abrumado y agradecido por tanta predilección».

Habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Nadie en su sano juicio pondría a un niño a dirigir una multinacional. Pero el Hijo de Dios escogió a doce pescadores jóvenes, inexpertos y llenos de miserias, y los elevó sobre el cielo y la tierra, los sentó en su trono y les dio poder y autoridad sobre los espíritus inmundos y las enfermedades. ¿Acaso no está el Señor en su sano juicio? ¿O el juicio de Dios es necedad para el mundo?

Mira que lo mismo ha hecho contigo: Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria (1Sam 2, 8).

¡Alégrate! Sólo la falsa humildad o nuestra poca fe nos impiden ver hasta qué punto hemos sido ensalzados.

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Nuevos vínculos, nueva familia

Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verteAntes de que Jesús comenzara su vida pública, Juan Bautista había advertido a los judíos: No os hagáis ilusiones, pensando: «Tenemos por padre a Abrahán», pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras (Mt 3, 9).

Los vínculos de la carne no bastan para heredar el reino de Dios. Cristo los dejará definitivamente atrás al negarse a realizar milagro alguno en Nazaret. Son los vínculos espirituales, los que nacen de lo alto, los que convierten al hombre en familia de Dios.

Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. La santísima Virgen no es la mujer nueva por el mero hecho de haber llevado al Hijo de Dios en sus entrañas. Eso es muchísimo, más de lo que jamás recibió ningún mortal. Pero María es la mujer nueva, sobre todo, porque, además de haber llevado al Verbo en sus entrañas, escuchó a Dios, guardó su palabra, la meditó en su corazón y cumplió lo que escuchaba. De esta forma, el vínculo carnal fue llevado a plenitud en el Espíritu.

¿O acaso creías que ibas a salvarte mostrando a san Pedro tu partida de bautismo?

(TOP25M)

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