La Resurrección del Señor

17 agosto, 2024 – Espiritualidad digital

Los que pretenden ganarse el cielo

El domingo próximo lo veremos. Estas palabras del Jesús provocaron un enorme escándalo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El mismo escándalo provocan hoy entre muchos cristianos, ante la afirmación del Catecismo según la cual faltar a Misa un domingo culpablemente supone un pecado mortal. Esa identificación entre Eucaristía y salvación despierta mucha rebeldía.

«Y mi amigo, que es mucho más humilde y generoso que yo, ¿se quedará sin entrar en el cielo porque no va a Misa?»

Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. Es Cristo quien lo dice. Y el escándalo proviene de una concepción de la salvación anclada en la Ley. El cielo sería de los buenos chicos, de los que se portan bien, de los que piensan siempre en los demás. ¡Qué más da que vayan o no a Misa!

Las palabras de Cristo siguen siendo revolucionarias. El cielo no se gana –por ser bueno–; se recibe, como recibe el niño el alimento del pecho materno, como recibe el pecador la absolución, como recibe el alma en gracia la comunión.

(TOB20)

A Jesús le gustan los niños

Procuro no quejarme si los niños montan un poco de jaleo en misa. Los papás debéis vigilarlos; no hacéis bien cuando, en un exceso de piedad, os tapáis la cara para rezar recogiditos y dejáis al niño que corretee por los bancos de la iglesia y vaya tocando los bolsos de las señoras. Si al niño le da un berrinche, debéis sacarlo un ratito. Pero no dejéis de llevarlos a la iglesia; a Jesús le gustan los niños.

Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos.

Estas palabras debemos entenderlas bien. Al fin y al cabo, la inocencia del niño es fruto de la ignorancia. Pero cuando uno ha crecido, ha conocido el mal y ha pecado, volver a esa inocencia sólo es posible mediante una muerte y un nuevo nacimiento. Jesús se refiere, con estas palabras, a los hijos de Dios, a quienes han nacido de lo alto, a esos niños a quienes exhorta Pedro: Como niños recién nacidos, ansiad la leche espiritual, no adulterada (1Pe 2, 2).

Bendita gracia, que nos rejuvenece hasta hacernos niños que se acercan a Jesús para ser bendecidos por Él.

(TOP19S)

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