La Resurrección del Señor

14 agosto, 2024 – Espiritualidad digital

No podía ser de otro modo

Dirás que la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma a los cielos no ha sido relatada por los evangelios. Es verdad, pero la Iglesia desde los comienzos creyó en ella. La tradición oriental de la Dormición asegura que María murió, resucitó y fue llevada al cielo. La tradición occidental de la Asunción asegura que a la Virgen se le ahorró el trance de la muerte, y fue llevada al cielo al culminar su vida. La Iglesia, en el dogma de la Asunción, recoge lo que ambas tradiciones nos han legado: que la Madre de Dios fue llevada al cielo en cuerpo y alma.

Esa tradición viene de los primeros cristianos. Pero, también, de un piadoso sentido común, porque no podía ser de otro modo.

¿Cómo iba a ser pasto de gusanos el cuerpo inmaculado desde su concepción que jamás se desposó con el pecado, ni siquiera venial?

¿Cómo iba a sufrir la putrefacción el cuerpo que, durante nueve meses, fue sagrario del Verbo divino, o los pechos que alimentaron al Hijo de Dios?

¿Cómo iba a corromperse en la fetidez de la muerte la criatura más hermosa jamás creada por Dios?

Realmente, no podía ser de otro modo.

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La Plegaria Eucarística

Cada vez que vayas a Misa, recuerda estas palabras de Jesús:

Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

En medio de nosotros se hace presente el Señor, primero por su palabra y, después, por su cuerpo y su sangre, entregados sobre el altar.

La Misa es la oración de petición más poderosa. Por eso, haces muy bien en encargar misas por tus difuntos, o por tus intenciones.

Presta especial atención a la plegaria eucarística, que es la oración que pronuncia el sacerdote después de la consagración. En esa oración, la Iglesia entera pide por los pastores, por los vivos, por los difuntos… No estaría de más que dedicaras un tiempo de oración tranquilo a leer las cuatro plegarias principales del Misal Romano. Así vas haciendo tuya esa súplica que es de Cristo y de toda la Iglesia.

Y después, si me permites un consejo, pon una intención a cada misa a la que asistas. Así la unes a esa plegaria del sacerdote.

(TOP19X)

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