La Resurrección del Señor

10 agosto, 2024 – Espiritualidad digital

La mejor forma de aprovechar las vacaciones

precepto dominicalMuchos de vosotros estáis de vacaciones. Y tenéis más disponibilidad de vuestro tiempo. No lo desperdiciéis, que el tiempo nos lo da Dios para convertirlo en gloria. Aprovechad, por ejemplo, para comulgar a diario.

Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.

Deglutir la sagrada Hostia no es necesariamente comulgar. Hace falta algo más, la comunión debe llegar al alma. Recibidla con fe; acoged con amor a quien viene a vosotros enamorado. Y, al comulgar así, recibiréis vida eterna. No hablo de una prolongación infinita de la vida temporal, sino de otra vida, la de Dios, que está por encima del tiempo. Al comulgar, el alma es elevada a la eternidad. Disfrutadlo.

Y el cuerpo, al recibir así al Señor, queda convertido en cuerpo de Cristo y bendecido con la promesa de compartir su resurrección.

Por eso haréis bien si aprovecháis las vacaciones para comulgar a diario. No hay mejor descanso, ni mayor ganancia.

(TOB19)

Entre calores y fuegos

Siempre me ha hecho gracia que, en plenos calores de agosto, celebremos la fiesta de san Lorenzo, martirizado en el fuego de una parrilla. Quienes me leéis desde el hemisferio sur sabréis disculparme el comentario, igual a vosotros esta fiesta os trae calor en los rigores del invierno, pero en España la parrilla de san Lorenzo no es, precisamente, el sueño de una noche de verano. Y si, para mejorar las cosas, la oración Colecta le dice a Dios que el santo resplandeció «con tu ardiente amor», ya veo a señoras sacar el abanico.

La Providencia, a través de la liturgia, nos está ofreciendo el mejor modo de celebrar al santo. Porque si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. San Lorenzo honró a Dios dejándose quemar, y mostrando incluso alegría entre las llamas. «Por este lado ya estoy tostado», dijo, «podéis darme la vuelta». Y, estando a punto de morir, exclamó: «La carne ya está hecha; podéis comer». Nosotros, al menos, siguiéndole a distancia, podríamos proponernos no quejarnos del calor y no perder el buen humor.

Aunque lo de no quejarse creo que yo ya lo he incumplido.

(1008)

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