Probablemente, fue la primera vez que Jesús dejó claro, ante sus apóstoles, que Él era el Mesías. Ya se lo había dicho en privado a una mujer samaritana, pero los apóstoles no estaban allí. Ahora es el Padre quien inspira a Simón: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Y Jesús deja claro que esas palabras vienen del cielo.
Entonces comienza la parte más difícil. Porque, para aquellos hombres, el Mesías sería un rey terrenal, honrado por todos los pueblos. Una vez confirmado que se trataba de Jesús, era cuestión de tiempo el que los apóstoles comenzaran a pelearse por vicepresidencias y carteras ministeriales.
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho. Jesús tratará, a partir de aquel momento, de hacerles conocer el camino de la Cruz. Pero ellos no entendían: ¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte.
Podía pasarle. Y le pasó. Y nos pasará a nosotros.
¡Cómo nos gustaría tomar el camino fácil! Y creer que, por ser cristianos, tendremos una vida regalada y opulenta. Pero el que quienes amamos a Cristo estemos llamados a compartir su Cruz… nos sigue costando entenderlo.
(TOP18J)