Cristo en su Pasión

julio 2024 – Página 2 – Espiritualidad digital

¿Una pérdida de tiempo?

El sembrador siembra la semilla, pero sólo una de cada cuatro da fruto. Una parte cayó al borde del camino… Otra parte cayó en terreno pedregoso… Otra cayó entre abrojos… Otra cayó en tierra buena y dio fruto.

Si ya sabe el sembrador que allí no germinará, ¿Por qué desperdicia las otras tres? ¿Por qué no sembrar tan sólo en tierra buena?

¿Por qué elegiste a Judas, si sabías que te iba a traicionar? ¿Por qué tanto esfuerzo en hablar con los fariseos, si sabías que no te harían caso? ¿Por qué amaste al joven rico, si sabías que se daría la vuelta?

¿Por qué voy a hablar de Dios a esta persona, si se burlará? ¿Por qué seguir entregando mi tiempo a éstos, si me desprecian? ¿Por qué enseñar a quien jamás va a aprender?

Creo que van ocho preguntas. Y podrían ser ochenta. Da lo mismo, todas tienen la misma respuesta:

Porque Tú eres generoso y siembras a voleo. Porque das siempre una oportunidad a las almas para que se conviertan. Porque amas también el borde del camino, el terreno pedregoso y la tierra poblada de abrojos. Porque nadie debe decir que Dios no le tendió la mano.

(TOP16X)

El secreto del secreto

Santa Brígida perdió a su marido tras haber dado a luz nueve hijos. Sufrió el descarrío de uno de los nueve. Vio temblar la fe de la Iglesia a causa del exilio de los Papas a Avignon. Escribió una y otra y otra carta al sucesor de Pedro implorándole que volviese a Roma, sin apenas conseguir nada… Y, en medio de todas esas tribulaciones que jalonaron su vida, ¿qué hizo? Permanecer, clavar la mirada en el Crucifijo sin retirarla y mantenerse fiel hasta el final mientras todo parecía derrumbarse en torno a ella.

El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante. Esto es lo que han hecho los santos: permanecer. El secreto de la santidad es, muchas veces, la perseverancia. No basta un momento de fervor, ni un acto heroico en un día propicio. La clave es permanecer unido a Cristo en medio de las mil dificultades de la vida y de la Historia.

«El mundo se desmorona, y nosotros nos enamoramos». Eso le dice Humphrey Bogart a Ingrid Bergman en «Casablanca». Y quiera Dios que se lo puedas decir tú a Cristo. Porque sólo los muy enamorados perseveran. Ése es el secreto del secreto.

(2307)

Se rasgó el horizonte ante sus ojos

MagdalenaMírala, llorando desconsolada frente al sepulcro:

Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando.

Todo lo que tiene ante sus ojos es muerte. Así vive mucha gente, con el sepulcro por delante y nada más. Al fin y al cabo, ése es el panorama que nos presentan los ojos: dos pasos (cuatro días, ochenta años) hasta la muerte, y disfruta lo que puedas mientras caminas. Aunque para María Magdalena, después de haber perdido al Señor, ya no hay gozo posible en esta vida.

Entonces aparece Jesús:

Jesús le dice: «¡María!».

Te llama por tu nombre, te vuelves, lo miras y, de repente, se te abren los cielos. Y se despliega ante tu mirada, iluminada por la fe, la eternidad entera con Cristo abriendo sus brazos para ti. Se te ilumina el rostro y se llena de gozo el alma.

Jesús le dice: «Anda, ve a mis hermanos».

Y te pide que recuerdes a los hombres que hay cielo, que no todo es política, ni salud, ni diversión; que hay un Amor eterno ofrecido al hombre, y que la vida puede ser maravillosa cuando goza de ese Amor; que estamos creados para la Vida, y no para la muerte. ¡Corre a anunciarlo!

(2207)

Le han robado a Cristo las ovejas

Si, en los años 80 del pasado siglo, nos hubieran transportado en el tiempo a nuestros días, y hubiéramos visto a hombres y mujeres caminando con una pantalla en las manos, ¿qué hubiéramos pensado? Hubiéramos imaginado una película de ciencia ficción. Pero es verdad.

Vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor. ¿Cómo están las ovejas sin pastor? Dispersas, hasta que llega un ladrón y se las lleva. Así está Occidente: se apartó del Pastor, y ha sido secuestrado por el ladrón, que las apacienta a través de la pantalla.

Nos dicen qué tenemos que hacer, qué debemos pensar y qué debemos comprar. La tiranía del pensamiento único ha convertido a Occidente en un rebaño de monos evolucionados con conexión a Internet al servicio de intereses inconfesables.

Sólo Cristo, el buen Pastor, nos puede volver a hacer personas; sólo Él nos puede devolver la dignidad de hijos de Dios. Sólo Él da su vida por las ovejas.

Seguidlo a Él. Prestad más atención al Evangelio que a Instagram; al sacerdote que al periodista; a la doctrina de Jesús que a la del mundo. No sigáis viviendo como esclavos, volved a ser hijos.

(TOB16)

El Evangelio y los westerns

¿Quién sigue viendo películas del Oeste? El que el cine en blanco y negro y los westerns sean perfectos desconocidos para los jóvenes de hoy es señal de su empobrecimiento cultural. Como si Beyoncé hubiera relegado a Mozart al olvido.

En los westerns, el predicador suele ser un tipo bastante estúpido. Entra en el saloon anunciando el infierno a los pecadores esclavos de la botella, y después toma el té con la refinada y ricachona benefactora de la congregación. Nada que ver con lo que se espera de quien proclama la palabra de Dios.

La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Jesús era todo lo contrario. Comía y bebía con publicanos y pecadores, fue acusado de comilón y borracho. Veía en ellos a la caña cascada, y trató a las meretrices con la delicadeza con que se trata a las princesas. Con el suave ungüento de su misericordia, recuperó para Dios a muchas almas perdidas.

Sin embargo, fue duro con los escribas y fariseos, quienes debían ser pilares donde se apoyaran otros y eran, sin embargo, piedra de escándalo.

Suave con los de lejos, duro con los de cerca… No hubiera cabido en un western.

(TOP15S)

Pueblo sacerdotal

A aquellos fariseos, que acusaban a los discípulos de violar el sábado, debieron escandalizarles las palabras de Señor.

Comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino solo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?

Cristo siempre escandaliza a los puritanos. No se conforma con defender a los suyos. Da un paso más y lleva hasta el escándalo la indignación de los fariseos, al equiparar a sus discípulos con los sacerdotes, condición reservada a la tribu de Leví.

Pero, en Cristo, el sacerdocio antiguo ha saltado por los aires. Él ha inaugurado un nuevo sacerdocio, del que todo bautizado es partícipe. Somos pueblo sacerdotal.

Los sacerdotes ordenados somos configurados con Cristo Cabeza, pero también el cuerpo, unido a la cabeza en el altar, desempeña el sacerdocio de Jesús. Vosotros lo ejercéis en cada misa, llevando al altar vuestras vidas, y cada mañana, cuando hacéis el ofrecimiento de obras.

Por eso coméis del pan de vida, por eso os sentís en casa en el templo, por eso sois transformados en ofrenda permanente.

(TOP15V)

«Me da pereza»

Podríamos pensar que lo propio de Dios es decir al hombre: «Obedéceme». Pero si Dios dice: Venid a mí, es como si quisiera darte un abrazo, es sorprendente. Desea acortar distancias y unirse al hombre. A la oración vamos a amar y ser amados.

Quien dice «me da pereza rezar» no conoce a Cristo. No sé si engañado por la serpiente que quiso presentar ante Eva a un dios malo, o engañado por su propia ignorancia, cree en un dios que cansa. Nadie dice «me da pereza echarme la siesta».

Lo que cansa es lo que da pereza. Pero un dios que cansa no es el Dios verdadero. Dios descansa. Ya estaba escrito que la Ley del Señor es descanso del alma (Sal 18, 8). Y hoy dice Jesús:

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré… Encontraréis descanso para vuestras almas.

Vivir puede llegar a dar pereza, rezar no da pereza. Rezar descansa. Aunque, para que así sea, necesitas el silencio. Si estás mirando mensajes en el móvil mientras rezas, o estás dando vueltas a tus preocupaciones, no descansarás. Mientras rezas, debes mirar sólo a Dios, y reposar en Él todas tus inquietudes.

(TOP15J)

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