La Resurrección del Señor

27 abril, 2023 – Espiritualidad digital

¡Oh, sagrado convite!

¡De qué forma tan maravillosa se unen, en la Eucaristía, el cielo y la tierra sobre el altar! Tan sólo un finísimo velo los separa: la humilde apariencia de pan y de vino. Si esa tela se rasgase, y pudiéramos ver, moriríamos de gozo. En ningún momento está el hombre más cerca del cielo durante su vida mortal que cuando participa con fe en la Eucaristía.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. En cada misa, el Pan baja del cielo a la tierra y el hombre sube de la tierra al cielo. Cuando el sacerdote lo toma en sus manos por vez primera, ese pan es «fruto de la tierra y del trabajo del hombre». Una pobre ofrenda, que representa la pobre ofrenda de nuestras pobres vidas. Pero, al pronunciar las palabras de la consagración, Cristo, traído desde el cielo por el Espíritu, secuestra la apariencia de ese pobre pan y lo convierte en Pan de vida, su propio cuerpo. Y entonces, cuando el cristiano en gracia lo devora, es levantado por encima de la muerte y sentado en el cielo junto a Cristo.

¡Oh, sagrado convite!

(TP03J)

“Evangelio

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