La Resurrección del Señor

15 abril, 2023 – Espiritualidad digital

Salvados por un baño a tiempo

divina misericordiaEn ocasiones nos sucede a los párrocos, cuando una familia pide un funeral, que quieren darnos la homilía hecha: «Diga que fue él quien pagó la calefacción de la iglesia; diga que era muy generoso con todos; diga que siempre estaba de buen humor…» No es agradable pedir a los deudos que no adornen el altar con fotos del difunto; en el templo sólo debe haber imágenes de los santos. Pero, sobre todo, no es fácil que entiendan que ningún difunto se salvará por haber sido bueno, sino porque Dios es bueno. Y que un funeral no es un homenaje al difunto, sino a la misericordia de Dios.

Sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados». Es la divina misericordia, no nuestros méritos, la que nos hace buenos. Hoy instituye el Señor ese precioso sacramento de la penitencia, y lo hace soplando, como creó Dios al primer hombre. Dios no ignora nuestros pecados. Pero, pecadores y todo, nos ama, nos limpia y nos convierte en hombres nuevos.

Me gustaría más que, ante un difunto, me pidieran: «Diga que se bañó en el agua del costado de Cristo; se confesó».

(TPA02)

“Evangelio

Los apóstoles del Cosmos

Parece claro que, antes de subir al cielo, Jesús ordenó a su Iglesia anunciar la noticia de su triunfo. Este «mandato apostólico» (así lo ha llamado la Iglesia) está reflejado tanto en los Hechos de los Apóstoles como en los evangelios de Mateo y Marcos. Pero, entre ambos evangelios, hay una diferencia tal sutil como abismal. En Mateo, Jesús dice: Id y haced discípulos a todos los pueblos (Mt 28, 19). Sin embargo, en el evangelio de Marcos dice: Proclamad el evangelio a toda la creación.

No es lo mismo. Porque toda la creación, además de a todos los pueblos, incluye a las bestias, a los montes, a los ríos, a las nubes y los astros. Es como si el hombre tuviera que llevar al resto de los seres creados la noticia de su redención. San Antonio predicaba a los peces. Y los tres jóvenes del libro del profeta Daniel, desde el horno ardiente, invitaban a bendecir a Dios a los mares y ríos, a las aves del cielo, a las fieras y ganados, a los fríos y heladas…

Hoy los cristianos somos los apóstoles del Cosmos. Y nuestras vidas, llenas de luz, anuncian a gritos la resurrección de Cristo.

(TP01S)

“Evangelio

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