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9 marzo, 2023 – Espiritualidad digital

¿Por qué lo llamaste Lázaro?

Una trampa en la que solemos caer cuando el Evangelio nos habla de riquezas es la de preguntarnos por la cantidad. ¿A partir de cuánto dinero se considera que uno es rico? Si soy apenas mileurista, ¿me salvaré de la maldición de Epulón? Y si soy el CEO de una multinacional y cobro por millones, ¿estaré condenado a las llamas del Infierno?

¡Que no! ¡Que no es eso! Con cierta ironía quiso Jesús llamar Lázaro al pobre de la parábola. El verdadero Lázaro, el hermano de Marta y María, el amigo de Jesús, era un hombre acaudalado que amó mucho al Señor y fue muy amado por Él.

Epulón nunca ayuna ni se viste de saco, no tiene pecados; ha decidido que él es dios para sí mismo y merece banquetes a diario. Epulón no comparte sus riquezas con Lázaro. Epulón tiene el control de su mesa y de su vida.

Lázaro, en cambio, está rendido y abandonado en manos de Dios. Ni siquiera espanta a los perros que venían y le lamían las llagas.

Deja de preguntarte por los números. Pregúntate si tienes el control de tu vida, o si vives rendido a Dios y entregado a los demás.

(TC02J)

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