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4 marzo, 2023 – Espiritualidad digital

Desde el monte alto

Todos los años, en ese segundo domingo de Cuaresma, la Iglesia nos sube al Tabor. Y lo hace por el mismo motivo por el que Jesús quiso llevar allí a sus tres amigos: para que, desde el monte alto, divisemos la meta que nos aguarda al final del camino y, animados por esa visión, afrontemos los rigores de la peregrinación recordando que «vale la pena».

Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol. Es el cielo. Porque el cielo es Cristo, la contemplación de su belleza y el disfrute de su Amor sin velos que lo oculten ni ruidos que distraigan. ¡Qué bueno es que estemos aquí! ¡Y tan bueno! Es el único bien, el único gozo para el que el hombre ha sido creado.

Pero hay que bajar. Hay que bajar del Tabor, reemprender el camino y subir al Gólgota, donde el rostro del Señor se nos mostrará lacerado y cubierto de ultrajes. Hoy contémplalo radiante, luminoso y alegre, y guarda en tu corazón esa delicia. Y mañana, cuando lo veas crucificado, recuerda que es el mismo a quien amaste luminoso. Entonces le dirás: «En el Tabor o en el Gólgota, mi cielo eres Tú».

(TCA02)

Ama como Yo te amo

Ni se puede pedir pan al miserable, ni se puede pedir amor a quien no es amado. Nadie puede dar lo que no tiene. En tiempos de Moisés, el Amor de Dios aún no había sido infundido en los corazones de los hombres por la gracia, y no recibían los hijos de Adán más amor que el que les daban sus semejantes.

Habéis oído que se dijo: «“Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo». Es decir: «Ama como eres amado», ama a quien te ama, no trates mal a quien te quiere.

La Ley no podía pedir más entonces. Pero a nosotros, en el Calvario, se nos ha entregado un mandamiento nuevo, un Amor brotado del costado de Cristo que traspasa nuestros pecados e infidelidades y nos hace ser amados de forma incondicional. Desde la Cruz, Jesús me dice: «Aunque me traiciones, te amo. Aunque me escupas, te amo. Aunque me crucifiques, te amo». Esos brazos abiertos de Cristo sobre el Leño lo están para todo hombre.

Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen. Ofendiste a Cristo, y Él te amó. Recibe ese Amor, y ama como eres amado: incondicionalmente.

(TC01S)

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