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25 febrero, 2023 – Espiritualidad digital

Duelo al sol

Ese cara a cara entre Cristo y Satanás en el desierto me parece fascinante. Es un «duelo al sol» digno de un western que nadie ha filmado todavía. No era un demonio cualquiera el que se enfrentó a Jesús. Como dijeron los defensores de El Álamo cuando apareció el general Santa Anna, era «el toro en persona», el mismísimo Lucifer. Si salió de su escondrijo y prescindió de sus ministros para entablar personalmente aquel combate, es que algo realmente amenazador había percibido en ese rabí que ayunaba en el desierto.

Con la mayor parte de los mortales, los demonios se sientan y aplauden. Bastan el mundo y la carne para hacerlos caer. Pero cuando un hombre se resuelve a ser santo, los espíritus malignos se alzan contra él. Hay más demonios en torno a un convento de clausura que en cien lupanares.

Abrázate a Cristo y vencerás. Di que estas piedras se conviertan en panes… ayuna con Jesús. Tírate abajo, «déjate caer; ¿para qué fatigarte, si Dios te protege?» Asciende con Jesús al Gólgota, y convierte allí tu vida en limosna. Todo esto te daré, si te postras y me adoras. Ora y adora al Señor. La batalla está vencida.

(TCA01)

Ven conmigo y descansa

vocaciónEstá llamando Jesús. Y no llama con un grito destinado a todos, sino que, como el buen pastor, llama a cada oveja por su nombre, con un silbido suave que sólo el silencio te permitirá escuchar. Es una llamada tan dulce como imperativa: Sígueme.

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan. Dirás que, entonces, es una llamada al trabajo y al esfuerzo, porque la conversión requiere trabajo y esfuerzo. Pero yo más bien creo que es una llamada al descanso. Leví trabajaba para sí mismo, y se fatigaba día y noche acaparando dinero, contándolo y guardándolo, temeroso de los ladrones que se lo pudieran arrebatar. Pero cuando lo llama Jesús a trabajar con Él y para Él, se sienta el Maestro a su mesa y Leví descansa a su lado. Ya no tiene que preocuparse por su ganancia, porque su ganancia es Cristo. Ya no tiene que desvelarse pensando si su fortuna estará protegida, porque Jesús lo protege a él. Cuando su vida estaba en sus manos, se preocupaba con razón. Ahora su vida está en manos de Dios, y él descansa.

Bendita llamada. Pero ¡cuánto nos cuesta soltar ese telonio!

(TCOS)

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