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enero 2023 – Página 2 – Espiritualidad digital

Por ti

Quiero meterme en la piel de aquéllos que estaban allí cuando Jesús, ante la visita de su madre, se negó a retirarse para saludarla, diciendo: Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre. Quiero pensar que, al menos, muchos se dieron cuenta de que Jesús había dejado a su santísima madre para estar con ellos. Y lo valoraron, y fueron conscientes del Amor con que el Señor los amaba, y se sintieron privilegiados. «Ha venido su madre a verlo» –debieron pensar– «y él prefiere estar conmigo».

Y, si ellos no se dieron cuenta, al menos tú sé consciente de cómo te ama el Señor. Dejó a su Padre y a los ángeles en el cielo para venir a rescatarte a ti. Aunque sólo tú hubieses pecado, Él se habría encarnado y habría padecido sólo por ti, porque su rebaño tiene una sola oveja, y esa oveja eres tú.

Míralo en el sagrario. Y recuerda que está allí por ti, porque quiere acompañarte y quiere tu compañía. Ojalá tú puedas decirle: «Señor, lo has dejado todo por mí. También quiero yo dejarlo todo por Ti».

(TOI03M)

Primero mataron su nombre

La Pasión de Cristo no fue un crimen improvisado. Aunque hubo, por parte de los hombres, mucha improvisación durante aquellas horas, el grito demoníaco de «Crucifícalo», proferido por la multitud de Jerusalén, había sido preparado, al menos, durante meses. Igual que, en las guerras, las detonaciones de la artillería preceden al paso de la infantería, en la Pasión de Cristo la difamación precedió a la violencia física. Era preciso desprestigiar primero a Jesús, matar su nombre antes de aniquilar su cuerpo. Había que predisponer al pueblo contra Él y después lanzarlo en tromba contra Pilato para pedir su muerte.

Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios». Estas calumnias, poco a poco, fueron calando entre las gentes, sembrando la desconfianza hacia el Hijo de Dios. Lo más terrible es que fueron sembradas, no por gentiles, sino por escribas y fariseos.

Jamás hables mal de un sacerdote. Si ves en él algo que corregir, díselo con cariño o, si fuera necesario, comunícaselo con delicadeza a su superior. Pero nunca difames el nombre de un sacerdote, porque el sacerdote, sea quien sea, es otro Cristo.

(TOI03L)

Una tarea urgente

Hace más de treinta años, un amigo, viendo que yo iba a misa todos los días, se sinceró conmigo: «¡Ojalá fuese yo como tú! Nadie sabe lo que sufro por las noches, dando vueltas en la cama y pensando en el sinsentido de todo. Ojalá creyese que Dios está conmigo y mi vida sirve para algo».

He creído en Dios desde la infancia. Pero episodios como éste me han hecho asomarme a la tragedia de vivir sin Dios. Mi amigo era de los que pensaban, y el pensar lo avocaba a la angustia. Otros no piensan y, simplemente, se dejan morir procurando arañar en su caída unas gotas de placer. ¡Qué triste placer! ¡Qué triste, la vida sin Dios!

Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres. Pescar hombres no es como pescar peces. A los peces los sacas del agua y los matas. Pero los hombres se ahogan en el agua de la muerte y la angustia, y quien los saca los rescata. Algunos quieren pescarlos con el anzuelo de falsas doctrinas para atraparlos en sus redes. Pero nosotros conocemos una verdad que libera al hombre y lo abre a la eternidad.

Es un crimen callar.

(TOA03)

Dos pinceladas para un cuadro maravilloso

El evangelio de hoy contiene sólo dos frases. ¡Pero qué dos frases! Bastan dos trazos de pincel para mostrar el cuadro de un Mesías completamente entregado en manos de los hombres.

Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.

Unos le «roban» el tiempo hasta dejarlo sin comer. Y otros quieren apartarlo de la circulación alegando que está loco. Es como si Cristo no fuese dueño de su vida, como si fuese una pelota por la que todos se pelean para ver quién se la lleva.

Pero, detrás de esas dos pinceladas maestras, como música de fondo, resuenan aquellas palabras del Señor: Nadie me quita la vida; yo la entrego libremente (Jn 10, 18). Lo grande de su entrega es que no se trata de un robo, sino de un regalo. Como cuando, en cada misa, se pone en manos del sacerdote y es entregado a los fieles para ser devorado.

Que ni la enfermedad ni los hombres te roben la vida. Entrégala tú libremente y prolonga en ella el regalo de Cristo.

(TOI02S)

Eres el beso de Dios

Tan pequeño eres ante Dios, que apenas podrías compararte con una partícula que flota en el aire. Pero en esa partícula insignificante se ha fijado Cristo y la ha llamado junto a Él, como aspirándola en su respiración.

Llamó a los que quiso. E instituyó doce para que estuvieran con él. Así, intencionadamente, con Amor de enamorado, respiró Cristo, te atrajo y te introdujo dentro de Sí. Tú notaste esa atracción, te dejaste seducir y, llevado por el Espíritu, aire de Dios, te adentraste en su sagrado Corazón. ¡Qué bien se está allí! ¡Qué calor de hogar, el que te abriga dentro del pecho del Salvador! Allí conociste los tesoros de su Amor. Y eso que no eras sino una partícula en el aire. Pero llegaste a ser estirpe divina.

Entonces, el mismo que te atrajo en un suspiro te envió en una exhalación. Y para enviarlos a predicar. Eres parte de su aliento, palabra salida de su boca. Eres beso con que Jesús quiere besar a los leprosos. Si no te resististe cuando fuiste atraído, no te resistas ahora a ese soplo de vida sobre el mundo. Sal, y lleva el calor de Cristo a quienes mueren de frío.

(TOP02V)

Las colas del hambre

La imagen es conmovedora, como un retablo de la pobre condición humana y la bondad de un Dios compasivo: Todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Imagina a un ejército de ciegos, sordos, tullidos, leprosos y endemoniados abalanzándose sobre el Hijo de Dios para obtener la salud. Acércate a tu parroquia en el momento en que los voluntarios de Cáritas reparten alimentos o atienden, uno por uno, a los necesitados. Lo llaman las «colas del hambre». Pero son algo más. Son la representación viva de esos desterrados hijos de Eva que gimen y lloran en este valle de lágrimas, como rezamos en la Salve.

Pero Dios ofrece algo más, mucho más, al hombre. Tras sanar las enfermedades, Cristo mostró el camino del cielo, y ese camino pasa a través de la Cruz. Quien curó a miles de enfermos eligió para Sí la enfermedad, la soledad, el hambre, la sed, los ultrajes y la misma muerte para abrirnos una puerta que nos llevara, de este destierro, al Hogar. Y entonces se quedó solo.

Quisiera yo ver más colas en los confesonarios que en los locales de Cáritas. La mayor pobreza no es la de los cuerpos.

(TOI02J)

«Pónmelo fácil»

Sucede a menudo, en nuestros días, con algunas personas: abres ante ellos horizontes de santidad, de amor divino, de castidad y apostolado, y te miran con cara de cansancio mientras responden: «Es muy difícil». Desde que nos lo han puesto todo a distancia de un clic, vivimos la era del «pónmelo fácil».

«Pónmelo fácil». Es un lema tan seductor como letal. No pidamos a los hombres lo que no pueden dar. Pongámoselo fácil: ofrezcámosles emociones hermosas, música y luces, una piedad relajante y edulcorada que apacigüe el estrés. Fabriquemos «santos de salón», ya que no es tiempo de mártires ni de héroes. Bajemos el listón, o nos quedaremos sin feligreses.

Extiende la mano. Esto se lo dice Jesús a un hombre que tenía una mano paralizada. ¿Imaginas que hubiera respondido: «Es muy difícil»? ¿Imaginas que le hubieran dicho a Cristo: «Pónselo fácil»? Pero aquel hombre no dudó de que poderoso era el Señor para darle lo que Él le pedía. La extendió, y su mano quedó restablecida.

No tengamos miedo a pedir imposibles. Y no tengamos miedo a decir «sí» al Señor que nos los pide. Que no se trata de hacer agradable la vida, sino de alcanzar la santidad.

(TOP02X)

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