La Resurrección del Señor

23 enero, 2023 – Espiritualidad digital

Primero mataron su nombre

La Pasión de Cristo no fue un crimen improvisado. Aunque hubo, por parte de los hombres, mucha improvisación durante aquellas horas, el grito demoníaco de «Crucifícalo», proferido por la multitud de Jerusalén, había sido preparado, al menos, durante meses. Igual que, en las guerras, las detonaciones de la artillería preceden al paso de la infantería, en la Pasión de Cristo la difamación precedió a la violencia física. Era preciso desprestigiar primero a Jesús, matar su nombre antes de aniquilar su cuerpo. Había que predisponer al pueblo contra Él y después lanzarlo en tromba contra Pilato para pedir su muerte.

Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios». Estas calumnias, poco a poco, fueron calando entre las gentes, sembrando la desconfianza hacia el Hijo de Dios. Lo más terrible es que fueron sembradas, no por gentiles, sino por escribas y fariseos.

Jamás hables mal de un sacerdote. Si ves en él algo que corregir, díselo con cariño o, si fuera necesario, comunícaselo con delicadeza a su superior. Pero nunca difames el nombre de un sacerdote, porque el sacerdote, sea quien sea, es otro Cristo.

(TOI03L)

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