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14 enero, 2023 – Espiritualidad digital

La necesidad más acuciante del hombre

Si recopilásemos todas las súplicas que los hombres dirigieron a Cristo, veríamos que la mayoría estaban dirigidas a la sanación de enfermedades: ciegos, cojos, sordos, leprosos… Incluyo también a los endemoniados. Hubo fariseos que pidieron al Señor un signo del cielo. La madre de los Zebedeos le suplicó dos carteras ministeriales para sus hijitos. Y la petición más sublime que recibió Jesús durante su vida probablemente fuera la última, la más sencilla, la proferida por el buen ladrón: «Acuérdate de mí»…

Sólo él y las prostitutas que enjugaron los pies del Señor con sus lágrimas pidieron ser limpiados de sus culpas. Quizá ellos fuesen quienes mejor comprendieron la misión de Cristo. En cuanto a los demás, muchos de ellos tenían más prisa por recuperar la salud que por librarse del pecado.

Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado de mundo. Juan podría haber dicho: «Este es el que quita el dolor de cabeza», o «el que acabará con el hambre en el mundo». Pero no lo dijo. Porque tenía claro qué es lo que más necesita el hombre, y qué es lo que el Hijo de Dios ha venido a traer a la tierra.

¿Lo tienes tú?

(TOA02)

“Evangelio

Sin pensárselo dos veces

vocaciónUna oferta de trabajo, la elección de una carrera universitaria, la inversión de un capital, la búsqueda de esa persona con quien compartir la vida… todas ellas son decisiones que deben sopesarse mucho, sin entregarse precipitadamente a los impulsos ni a las primeras sensaciones y aplicando la inteligencia y el consejo para aquilatar las trepidaciones del corazón. Pero cuando es Cristo quien llama…

Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice: «Sígueme». Se levantó y lo siguió.

Cuando Cristo llama, la respuesta debe ser inmediata, apresurada y gozosa. Porque el mismo que te llama ya ha trazado un plan para ti, y ese plan es infinitamente más sensato y acertado que todas tus cavilaciones. Puedes fiarte de Él. Los apóstoles lo hicieron, siguieron a Cristo inmediatamente y pusieron sus vidas en manos de Aquél que los llamó. Quienes le pidieron tiempo para despedirse de su familia o enterrar a su padre, al final, no lo siguieron.

Si no estás seguro de que la voz que te llama es de Dios, reza y pide consejo al director espiritual. Pero, una vez sepas que es Cristo quien te llama, no le des largas.

(TOI01S)

“Evangelio

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