El reproche de los escribas hacia Jesús es como el café que bebo cada mañana. Mezcla. 50% natural y 50% torrefacto. El reproche de los escribas tiene 50% de mentira y 50% de verdad.
¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?
La parte torrefacta es la primera. Jesús no blasfema; blasfeman ellos al acusarle así. Pero, tras esa insolencia, viene la parte natural, y en ella no se equivocaban: Sólo Dios puede perdonar pecados.
Porque sólo Dios dice tus pecados te son perdonados y, según lo dice, resplandecen los corazones de ofensor y ofendido. Mientras perdona, mira con misericordia infinita. Y, al perdonar, queda limpia el alma del pecador arrepentido.
Nosotros decimos «te perdono», pero, en muchas ocasiones, la herida que nos causaron queda abierta, y el alma de quien nos ofendió no puede ser limpiada por nuestras palabras. ¡Cuántas veces, a pesar de nuestra voluntad de perdonar, descubrimos que ya no miramos de la misma forma a quien nos hirió! Y ¡cuántas veces, aunque alguien nos otorgue su perdón, descubrimos que la relación ha quedado dañada para siempre!
¿Por qué aquellos escribas, viendo cómo perdonaba Jesús, no quisieron reconocer que era Dios?
(TOI01V)