No fue Machado; fue Serrat quien, al musicalizar el poema «Caminante, no hay camino», añadió su propia coda: «Cuando de nada nos sirve rezar».
Se equivocaba Serrat. Y se equivocaban los amigos de Jairo al decirle: Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro? Es lo que sucede cuando te consuela el Demonio: con la excusa de calmar tu dolor con un baño de realismo, te clava dos puñaladas. En la primera te dice que tu hija se ha muerto, así que mejor olvídate de ella y trata de rehacer tu vida. En la segunda te canta la canción de Serrat, y te asegura que de nada te sirve rezar, que la muerte no tiene marcha atrás y mejor ir al psicólogo para que te ayude que ir al sacerdote pidiéndole oraciones.
Afortunadamente, estaba Cristo allí. Y curó las dos puñaladas de Satanás con dos caricias del cielo: No temas; basta que tengas fe. En la primera caricia le enseña que quien tiene a Cristo a su lado no debe temer a la muerte ni a la vida. En la segunda le muestra el poder de la oración cuando se reza con fe.
Sí. Rezar siempre sirve.
(TOI04M)