¿Pudo la Virgen decir «no» a la embajada del arcángel? Por supuesto, pudo decir «no». Y, si hubiera dicho «no», hubiera pecado, porque pecar es decir «no» a Dios. Pero, si no hubiera podido decir «no», su «sí» no hubiese sido un acto de amor. Sólo quien es libre puede amar.
He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Parece que «esclava» fuera lo opuesto a «libre». Sin embargo, la mayor libertad consiste en entregarse por completo al Amor. La Inmaculada concepción de la Virgen fue un don del cielo. Pero, una vez llegada al uso de razón, María tuvo que ejercer su libertad para evitar el pecado una y otra vez, como nosotros. Y en todos sus actos dijo «sí».
Fue perseguida por la serpiente desde el inicio. Le arrojó encima las insidias de Herodes, le hizo sentir angustia cuando Jesús se perdió, la cubrió de tinieblas junto a la Cruz y tuvo su corazón en prensa durante el Sábado. Pero, a través de todas estas pruebas, María conservó intacto el «sí» que Dios puso en su alma cuando la creó.
Míranos, madre, a quienes podemos decir «no», y concédenos renovar nuestro «sí» cada mañana.
(0812)