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7 diciembre, 2022 – Espiritualidad digital

La más libre de las mujeres

guapísima¿Pudo la Virgen decir «no» a la embajada del arcángel? Por supuesto, pudo decir «no». Y, si hubiera dicho «no», hubiera pecado, porque pecar es decir «no» a Dios. Pero, si no hubiera podido decir «no», su «sí» no hubiese sido un acto de amor. Sólo quien es libre puede amar.

He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Parece que «esclava» fuera lo opuesto a «libre». Sin embargo, la mayor libertad consiste en entregarse por completo al Amor. La Inmaculada concepción de la Virgen fue un don del cielo. Pero, una vez llegada al uso de razón, María tuvo que ejercer su libertad para evitar el pecado una y otra vez, como nosotros. Y en todos sus actos dijo «sí».

Fue perseguida por la serpiente desde el inicio. Le arrojó encima las insidias de Herodes, le hizo sentir angustia cuando Jesús se perdió, la cubrió de tinieblas junto a la Cruz y tuvo su corazón en prensa durante el Sábado. Pero, a través de todas estas pruebas, María conservó intacto el «sí» que Dios puso en su alma cuando la creó.

Míranos, madre, a quienes podemos decir «no», y concédenos renovar nuestro «sí» cada mañana.

(0812)

Jesús, tu descanso

cristianoLos jóvenes no lo saben, pero pronto se dan cuenta: vivir cansa. Y no con el cansancio de quien acaba de jugar un partido de fútbol; ese cansancio se pasa en unas horas. Vivir cansa porque desgasta. Y, cuando se entrega la vida, las fuerzas van quedando en el camino.

A quienes viven entregando la vida les dice el profeta que Dios fortalece a quien está cansado, acrecienta el vigor del exhausto. Se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas (Is 40, 30-31).

Esta profecía se cumple en Cristo: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y (…) encontraréis descanso para vuestras almas. De las tres venidas que esperamos en Adviento –la venida al fin de los tiempos, la venida en carne y la venida al alma–, estas palabras van referidas a la llegada del Señor al alma, que tendrá lugar en la oración contemplativa ante el Belén. Entrará el Señor y lo llenará todo. Y así, quien se ha llenado por dentro de Cristo, en sus cansancios podrá recogerse y, como el discípulo amado, recostar la cabeza en su pecho y dormir.

(TA03X)

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