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26 noviembre, 2022 – Espiritualidad digital

El lugar de tu adviento

Si te llamo por teléfono para decirte que voy a tu casa, y tú, desde una cafetería, me dices: «Aquí te espero», no nos encontraremos nunca. Si estamos tú y yo juntos en el salón, y me gritas: «¡Ven!», tendré que responderte: «No me grites, que estoy aquí».

Estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. El Señor nos anuncia que viene, y la Iglesia grita: «¡Ven, Señor Jesús!». Pero debemos saber dónde esperarlo, y también desde dónde gritar.

Mírate por dentro; eres un universo en miniatura. Hay mucha luz en tu vida: amas a Dios, confiesas, comulgas, rezas y conoces el Amor divino. Pero hay también, dentro de ti, muchas zonas de sombra: Esa soberbia –siempre tienes razón–, ese rencor que te impide perdonar, ese egoísmo que te hace ir «a lo tuyo», esa sensualidad que te ata a la carne… Esas heridas que no se han cerrado, esa tristeza que nunca se marcha, esa pesadez de espíritu parecida a la angustia…

Sitúate allí, donde parece que Dios no estuviera. Y, desde allí, llámalo: «¡Ven!». Y, también desde allí, escucha: «¡Viene el Señor!». Llénate de esperanza. Ha comenzado el Adviento.

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Una noche en una mala posada

Dice santa Teresa de Jesús que la vida no es sino «una noche en una mala posada». Para no exagerar, digamos que tiene tanta razón como una santa, puesto que más razón que un santo sólo tiene Dios. Mientras todavía dormimos, la voz de los santos nos recuerda que soñamos. Pero un día, al fin, despertaremos, y tendremos todas las tribulaciones de esta vida por un mal sueño con amanecer feliz.

No obstante… ¿por qué esperar? ¿No podemos despertar hoy? Esta tarde comienza el Adviento, y debería encontrarnos en vela, como centinelas de la aurora, no como niños sumergidos en una pesadilla.

Estad, pues, despiertos en todo tiempo. Es una invitación a apartar la mirada de los fantasmas nocturnos y a posar los ojos en la luz. La luz es Cristo. Fuera de Él, todo es mentira, apariencia y muerte; una conjura de las sombras liberadas por el pecado.

Cuida la presencia de Dios en este día. Es la mejor forma de acabar el año litúrgico y recibir el anuncio del Adviento. Comienza la jornada con un tiempo de oración, clava tus ojos en el Señor, y no los cierres. La posada seguirá siendo mala, pero mejor habitarla con luz.

(TOP34S)

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