Podrían reírse de nosotros. Y se han reído, aunque cuantos se rieron han muerto, y quienes hoy se ríen morirán mañana. Proclamamos que Cristo es Rey y, cuando entran en nuestros templos, ¿qué se encuentran?
– Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. – En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.
Esto es lo que se encuentran: a un condenado a muerte, agonizante y cubierto de infamias, prometiéndole su reino a otro condenado que agoniza como él. Entonces se ríen. «¿Éste es vuestro rey?» Que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios.
Pero, después de veinte siglos, los reinos de este mundo han pasado y Cristo sigue vivo. La tierra ha girado miles de veces sobre su eje, y la Cruz sigue en pie. Ella es el eje del Cosmos.
¿Por qué, entonces, su reino no ha calado en los corazones de los hombres? ¿Por qué se lo ha expulsado de la vida pública? Te lo diré: En buena medida, porque los cristianos nos hemos refugiado en los templos, y no acabamos de llevar el reinado de Cristo a la entraña de la sociedad. Nos da miedo su trono, que es la Cruz.
(XTOREYC)