¡Cuánto me gustaría, al volver del campo, cuando mis días en esta tierra hayan llegado a su fin, que Tú me dijeses: Enseguida, ven y ponte a la mesa! Y pasar, así, de la tierra al Cielo y del cansancio al descanso en un vuelo, en el breve instante que se gasta en cruzar una puerta. ¡Cuánto me gustaría!
Y, sin embargo…
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: «Enseguida, ven y ponte a la mesa»? ¿No le diréis más bien: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú»?
Temo que, llegado ese día, me digas que aún no ha concluido mi servicio; que empleé mi tiempo en comer y beber mientras Tú, desde la Cruz, gritabas tu sed. Y que tanto me sacié mientras Tú agonizabas, y tan poco trabajé para servirte, que el banquete del Cielo me encuentra saturado de tierra.
Por eso quisiera, Señor, pasar ahora hambre y sed mientras Tú te comes y te bebes mi vida. De esta forma, cuando vuelva del campo, habré cumplido totalmente mi tarea. Entonces podré sentarme a tu mesa sin necesidad de espera.
(TOP32M)