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17 octubre, 2022 – Espiritualidad digital

El hombre que se mentía a sí mismo

Mal camino lleva quien se dice cosas a sí mismo. Peor aún si comienza mintiendo. Porque el muy desvergonzado dice: alma mía, donde debería decir: cuerpo mío.

Me diré a mí mismo: «alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente». ¿Qué parte de sí mismo se hacía a sí mismo semejante invitación? Era la carne, esa pobre carne tocada por el pecado, y que tiende siempre, curiosamente, hacia la horizontal. Por eso comienza diciendo: «Descansa, túmbate a la bartola, no pegues ni chapa». Luego sigue por el resto de sus apetencias: «Come, bebe, sal de fiesta, diviértete»… Todas esas invitaciones se resumen en una mentira condensada en una palabra: «Vive». Si lo prefieres, te la despliego en cuatro: «Date la gran vida». Pero todo eso, al final, es muerte. Y muerte por asco. Esta noche te van a reclamar el alma. Ni siquiera te dará tiempo a cebarte. ¿Cómo te creíste dueño de tu vida?

Volvamos al principio. Para empezar, no te digas cosas a ti mismo, que te mientes. Escucha al Espíritu, deja que te muestre dónde está la Vida. Ve a Misa, y allí, alma mía, descansa, come bebe, banquetea… ¡Esto es vida!

(TOP29L)

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