Dos mujeres, frente a frente: El Génesis nos muestra a Eva y su terrible rendición ante la serpiente; san Lucas, en el evangelio, nos muestra a María, la que pisó la cabeza de la serpiente.
¿A cuál de las dos mujeres reivindica como modelo el feminismo que, en nuestros días, todo lo llena? Ese feminismo amargo y malhumorado, lleno de reproches y agresividad, ¿huele a Eva, o huele a María? María huele a Cielo, como Dios; Eva huele a barro y a inmundicia, como la serpiente.
¿Por qué discutir, por qué reprochar, por qué agredir? Mostremos a la Mujer, presumamos de Madre.
Frente a la mujer que reniega de la virginidad como de una lacra, mostremos a la Virgen que, por serlo, fue templo de Dios. Frente a la mujer que busca su promoción escapando del hogar, mostremos a la que, con su presencia y su sonrisa, fue el alma del hogar de Nazaret. Frente a la mujer que reivindica el derecho a matar a su hijo en su propio vientre, dejemos que resplandezca la que es Madre amorosa de pueblos y Madre del propio Dios.
No creo en el feminismo. Creo en la mujer. Y la mujer es María.
(0812)