La Resurrección del Señor

Domingos del Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Espiritualidad digital

Una parábola para empleados

La parábola de los talentos es una parábola «para empleados». En la propia parábola se llaman «siervos», pero está claro que estaban sometidos a la legislación laboral: el jefe te da las herramientas, tú trabajas duro y, si cumples objetivos, después cobras lo acordado más la prima correspondiente. Es la parábola perfecta, por ejemplo, para aquel joven rico que preguntaba qué tenía que hacer para heredar vida eterna.

Pero si no te conformas con ser un «empleado» del Señor, si no te basta con tratarlo como a un jefe, y decides adquirir intimidad con Cristo (esa intimidad que asustó tanto al joven rico), llega un momento en que Dios te trata como a un hijo. Y, entonces, la parábola da un quiebro inesperado.

Porque en cuanto, unido a Cristo, miras al Padre y dices «Abbá», Dios te dice: Entra en el gozo de tu Señor. Y el Espíritu llena el alma de una alegría inefable que no has merecido ni ganado. Cristo trabajó por ti, y tú recibes el fruto de su entrega. Y te llenas de gratitud, comprendes que has cobrado por adelantado, y ahora quieres darle a Dios la vida entera, clavado con Cristo en la misma Cruz.

(TOA33)

Los del cinco raspadillo

Todos los años igual. Cuando se acerca el día del Pilar, cada vez que suena el teléfono ya sé lo que me van a preguntar. «Padreeeee ¿el día del Pilar es precepto?». Lo peor es que, cuando les digo que no, suspiran aliviados. «¡Bien!». Y, si les miento y les digo que sí, les estropeo el día. Este año opté por coger el teléfono y, sin esperar a la pregunta, decir: «No es de precepto». Cuelgo.

Bendito precepto, si nos recuerda la necesidad que tenemos de la Eucaristía. Pero maldita forma de entenderlo la de los del «cinco raspadillo». «Padre, a mí con un cinco raspadillo me basta, soy muy humilde. Yo con ir a misa cuando es precepto, confesar por Pascua y rezar un padrenuestro cada noche tengo bastante».

Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. Tal como están los tiempos, los del cinco raspadillo no pueden perseverar; se los lleva el mundo. Perseverarán quienes, como las vírgenes prudentes, guarden un extra de piedad en sus alcuzas. Ve a misa todos los días, y te quitarás dos preocupaciones: los preceptos y la apostasía.

(TOA32)

El dedo y la luna

¡Cómo no temblar ante las palabras del Señor!: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.

¿Acaso yo, que dedico mi tiempo a hablar de Dios, hago lo que digo? ¿Lo haces tú? Y, si mi vida no está a la altura de mis palabras, ¿qué haré? ¿Callarme y dejar de hablar de Dios? ¿Esperar a convertirme para abrir los labios? ¿Cambiar el discurso para que se ajuste a la mediocridad de mi vida?

Dicen que, mientras el dedo señala la luna, el necio se queda mirando al dedo. No callaré. Mi vida, enturbiada por mis pecados, es dedo que señala a Cristo. Si alguien se queda mirando al dedo, peor para él. Jamás quisiera ponerme como ejemplo de virtud, no lo soy.

Pero, a pesar de mis miserias, deseo la santidad con todas mis fuerzas, Dios lo sabe. Por eso, a quien se quede mirando a este dedo sucio, le diré: «Deja de mirarme, y ven a luchar conmigo por alcanzar a Aquél de quien te hablo». Así me ayudarás, y te ayudaré.

(TOA31)

Como a ti mismo: la escalera de la caridad

Me explicó un religioso agustino los cuatro grados de la caridad: Amar al prójimo como a uno mismo, amar al prójimo como a Cristo, amar al prójimo como Cristo lo ama, y amar al prójimo como se aman entre sí las tres Divinas Personas. Estos cuatro grados forman una escalera por la que debemos ir ascendiendo.

Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Jesús muestra el primer peldaño de la escalera. Si no lo conquistamos, no podremos alcanzar los otros tres. Pero ¿cómo amará al prójimo como a sí mismo quien no se ama a sí mismo?

Hay gente que no se quiere nada. A veces te das cuenta por cómo van vestidos (o desvestidos), o por cómo se maltratan concediéndose todos los caprichos. En otros casos, por la rabia con que hablan de sí mismos en el confesonario. No se acusan, se abroncan. Si viven a disgusto consigo mismos. ¿Cómo amarán a los demás?

Por eso creo que, en el suelo, antes del primer peldaño, se encuentra el amor de Dios. Conoce primero cómo Dios te ama, y aprende a amarte a ti mismo así. Después podrás amar al prójimo y emprender el ascenso por esa divina escalera.

(TOA30)

La misión de la Iglesia

Conocéis bien cuál era la situación política de Israel en tiempos de Cristo. La Tierra Prometida estaba ocupada por Roma, y los judíos tenían la obligación legal de financiar con sus impuesto, al Imperio.

Los fariseos quisieron que Jesús tomara partido públicamente en aquel conflicto político. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? Con esto pretendían, o bien enemistar a Cristo con Roma, o bien enemistarlo con los judíos rebeldes a Roma. Pero Jesús reconoció el rostro de Satanás detrás de aquellos hombres: Hipócritas, ¿por qué me tentáis?

Cristo cumplió siempre sus obligaciones ciudadanas: pagó sus impuestos, e incluso obedeció a Pilato reconociendo que el poder del Procurador le venía de lo alto. Pero jamás se declaró públicamente a favor ni en contra de Roma. No era ésa su misión. Él había venido a salvar a judíos y romanos.

Vosotros, los seglares, si os sentís llamados a ello, tomad partido, defended vuestras ideas en las cuestiones temporales; podéis hacer mucho bien en ese terreno. Pero jamás mezcléis a la Iglesia en esos asuntos. La misión de la Iglesia es proclamar las verdades eternas, no tomar partido en cuestiones temporales u opinables. Eso os lo ha dejado Dios a vosotros.

(TOA29)

Los grandes vividores

Mirada desde lejos, la fe cristiana, para muchos, consiste en que todo lo que te gusta, o engorda, o es pecado. La mitad de las cosas que les gustan engorda, y bastante fastidiados andan ya con sus dietas. Entonces piensan que, si se hacen cristianos, tendrán que privarse también de la otra mitad, la que es pecado, para poder después ir al cielo…

Peor es que muchos cristianos también parezcan creerlo. Ven la misa como un deber penoso. Abúrrase cuarenta minutos a la semana, y después san Pedro le abrirá las puertas del Paraíso. Buscan siempre la misa más corta para que el trago sea más llevadero. Pobrecillos. Desde luego, no se les ocurriría ir a misa si no es día «de precepto», salvo los obligados funerales. Menudo disgusto se llevarán cuando descubran que el cielo es una misa interminable.

El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. La misa es el gran banquete, aperitivo del banquete celeste, y los cristianos somos grandes vividores, comedores y bebedores de manjares selectos. Y hasta que no disfrutemos de la Eucaristía como del mayor de los gozos, no estaremos preparados para disfrutar del cielo.

(TOA28)

Verdades urgentes

El hombre occidental se ha erigido en dios. La vida propia y ajena le pertenecen, él decide cuándo morir y se apropia el derecho de matar a sus hijos. Su cuerpo le pertenece, decide sobre su «género» sin someterse a los dictados de la Naturaleza. Su tiempo, su dinero, su imagen… Todo es suyo, ya no sirve ni a Dios ni a nadie. Al menos, eso cree. Hasta que muere calcinado en una discoteca a las seis de la mañana, sin tiempo para darse cuenta de su mentira.

Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia. Como los labradores de la parábola, se ha apropiado de la tierra que debía administrar y ha matado a Dios, el dueño de la viña. Pero ahora… ¿quién lo protegerá? Occidente se está suicidando.

Por encima de la política y de las ideologías, hay verdades que es urgente recordar: Somos pobres, todo lo hemos recibido de Dios, nuestras vidas y nuestros cuerpos le pertenecen, y Él nos pedirá cuentas de cómo hemos administrado lo que puso en nuestras manos. Él nos ama, quiere otorgarnos felicidad y vida eterna, pero para ello es necesario que recordemos algo: tenemos un Padre.

(TOA27)

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